Tercera Parte: Milagros Históricos Del Corán

La Palabra “Haman” En El Corán

The Word Haman in the Qur'an

El nombre de Haman era desconocido hasta que se decodificaron los jeroglíficos egipcios en el siglo XIX. Después de ser traducidos se supo que el mencionado era un funcionario muy cercano a Faraón y “jefe de los trabajadores de las canteras de piedra”. (A la izquierda vemos antiguos trabajadores egipcios de la construcción). Lo realmente notable es que a Haman se lo menciona en el Corán como la persona que dirigía los trabajos de construcción bajo las órdenes de Faraón. Esto significa que el Corán proporcionó información que nadie podía conocer en esa época.

Ägyptische Bauarbeiter

El Corán relata la vida del Profeta Moisés (P) con gran claridad. En tanto comunica el conflicto que tuvo con Faraón y el trato de éste con los Hijos de Israel, nos da una riquísima información sobre el Egipto antiguo. Hace poco tiempo que el contenido de muchos de esos relatos históricos ha llamado la atención de los entendidos. Al considerárselos apropiadamente enseguida es evidente que lo que anuncia el Corán ha sido revelado por Dios, el Omnisciente, pues es absolutamente coherente con los mayores descubrimientos arqueológicos, históricos y científicos de la actualidad.

Un ejemplo de ello se puede encontrar en las referencias que hace el Corán sobre Hamán y Faraón. En seis lugares distintos del mismo se informa que el primero era uno de los aliados más cercanos del segundo.

Resulta sorprendente que el nombre “Hamán” se mencione en la Torá sólo en los últimos capítulos del Antiguo Testamento como colaborador del rey de Babilonia, quien infligió muchas crueldades a los israelitas unos mil cien años después del Profeta Moisés (P), y no vinculado a la vida de éste. En cambio el Corán, completamente coincidente con los recientes descubrimientos arqueológicos, sí vincula a uno y otro.

Las críticas hechas al Libro del Islam por algunos no musulmanes fueron desechadas al descifrarse hace unos 200 años un jeroglífico egipcio donde aparece el nombre “Hamán”. Los escritos e inscripciones del antiguo Egipto no pudieron ser comprendidos hasta el siglo XVIII. El idioma de aquella época constaba de símbolos antes que de palabras, es decir, de jeroglíficos. Muchos de éstos, normalmente gravados sobre roca o piedra, que relatan historias y sucesos importantes, sobrevivieron hasta nuestros días. Los egipcios abandonaron sus creencias y escritura antigua con la expansión del cristianismo y otras influencias culturales en los siglos II y III. El último jeroglífico que se habría grabado data del año 294 aC. La gente se fue olvidando del significado de esas figuras talladas hasta el punto que no quedó nadie que las comprendiese o leyese. Esto llevó a que el estudio histórico y arqueológico prácticamente se estanque y esa situación permaneció así hasta hace algo más de dos siglos.

Para deleite de los historiadores y otros estudiosos, en 1799 se pudo resolver el misterio de esos jeroglíficos gracias al hallazgo de una tabla llamada “Piedra Roseta”, la cual se remonta al año 196 aC. Lo importante de la misma es que está grabada con tres tipos distintos de signos: jeroglífico, demótico (forma simplificada de la antigua escritura egipcia hierática) y griego. Con la ayuda de este último fueron decodificados los lenguajes con jeroglíficos. La traducción fue completada por el francés Jean-Françoise Champollion. De ese modo se conocieron una lengua desparecida y sucesos correspondientes a la religión, vida social y cultura de aquella gente, lo cual abrió las puertas a un mayor entendimiento de esa importante época de la historia humana.

Aunque el nombre “Hamán” fue asignado a un monumento en el Museum Hof de Viena, la decodificación mencionada permitió saber algo importante, es decir, que aparece en las antiguas inscripciones egipcias e indica la estrecha relación entre Hamán y Faraón.47

En el Diccionario “Pueblo del Nuevo Reino”, preparado en base a todas las inscripciones, se dice que Hamán es “el jefe de los trabajadores de la cantera de piedra”.48

Como resultado de ello se reveló una verdad muy importante: a diferencia de las falsas afirmaciones de quienes se oponen al Corán, Hamán fue una persona que vivió en Egipto en la época del Profeta Moisés (P), fue alguien muy cercano a Faraón y estaba involucrado en la construcción de obras, como lo comunica el Libro del Islam.

Faraón dijo: “¡Dignatarios! Yo no sé que tengáis a ningún otro dios que a mí. ¡Hamán! ¡Cuéceme unos ladrillos y hazme una torre! Quizás, así, pueda llegarme al dios de Moisés. Sí, creo que miente”. (Corán, 28:38)

Este versículo en el que Faraón pide a Hamán que construya una torre, concuerda perfectamente con los descubrimientos arqueológicos. Gracias a ello se demostraron falsas e intelectualmente menospreciables las suposiciones irracionales de los contrarios al Corán.

De un modo milagroso, el Libro del Islam nos da información de la época del Profeta Moisés (P) que no se podía tener o comprender en tiempos del Profeta Muhammad (PB). La información no fue obtenida de fuentes egipcias porque los jeroglíficos no pudieron ser descifrados hasta fines de 1700. En consecuencia, al descubrirse el nombre Hamán en los grabados antiguos, se acrecentó la prueba de la infalibilidad de la palabra de Dios.

Títulos De Los Gobernantes Egipcios En El Corán

En el Antiguo Testamento los reyes egipcios durante el período del Profeta Ibrahim (Abraham —P—) y del Profeta Yusuf (José —P—) son llamados con el nombre de “faraón”. No obstante el título “faraón” comenzó a utilizarse mucho después de la época de ambos profetas.

Al referirse al gobernante egipcio en la época del Profeta José (P), en el Corán se utiliza la palabra árabe al-malik, que significa “gobernante”, “rey”, “sultán”:

“El rey dijo: “¡Traédmelo!..” (Corán, 12:50).

En cambio la máxima autoridad de Egipto en la época de Moisés (P) es designada como “faraón”. Esta distinción que efectúa el Corán no la hacen el Antiguo ni el Nuevo Testamento, ni tampoco los historiadores judíos, quienes sólo utilizan el vocablo “faraón”.

En realidad el uso del nombre faraón en la historia egipcia pertenece a un período tardío. El título de faraón comenzó a ser utilizado en el siglo 14 a.C., durante el reino de Amenhotep IV. El Profeta José (P) vivió al menos 200 años antes de esa época.

La Enciclopedia Británica dice respecto de la palabra faraón que era un título de honor cuyo empleo se observa a partir del Imperio Nuevo (que comienza con la 18ª dinastía, 1539-1292 a.C., hasta la 22ª dinastía, 945-730 a.C.), después se cambió a la denominación de “rey”, y añade que el término “faraón” no era utilizado con anterioridad al período mencionado. Mayor información sobre el tema se obtiene de la Enciclopedia de la Academia Americana que afirma que el título de” faraón” comenzó a ser mencionado durante el período del Imperio Nuevo.

Como vemos, el empleo de la palabra faraón se remonta a un período específico de la historia. Por esta razón, la correcta distinción que efectúa el Corán —que habla de “rey” para referirse al gobernante en la época del Profeta José y de “faraón” para denominarlo en la época del Profeta Moisés— es otra prueba de que el Corán es verdaderamente la Palabra de Dios.

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Así te contamos historias de antaño y te hemos dado una Amonestación de Nosotros. Quien se desvíe de ella llevará una carga el día de la Resurrección, eternamente. ¡Qué carga más pesada tendrán el día de la Resurrección! (Corán 20:99-101)

El Profeta Moisés Y El Ahogamiento Del Faraón En El Mar

Los reyes del Egipto antiguo, conocidos como Faraones (o Fir’awn en el árabe del Corán), se consideraban seres divinos en consonancia con las religiones politeístas y supersticiosas propias de sus pueblos. En ésa época los Hijos de Israel estaban esclavizados allí, por lo que Dios envió al profeta Moisés (P) como mensajero de su tribu.

Pero los egipcios, en general, y Faraón con su corte, en particular, se negaron a abandonar sus creencias idólatras cuando el profeta Moisés (P) les llamó a la religión divina, a la aceptación de la Unicidad de Dios, a evitar la adoración de cosas sin ningún poder y a no provocar la cólera de Dios, sobre la cual les advirtió. No obstante, rechazaron abandonar sus creencias idólatras pese a las pestes que les azotaron. Se negaron a aceptar a Dios Uno, se rebelaron, tildaron de loco al Profeta Moisés y le acusaron de hechicería y falsedad. Incluso afirmaron que el Profeta Moisés era el responsable de las desgracias que les acaecían y buscaron sacarlo de Egipto. De todos modos, Dios salvó al Profeta Moisés y a los creyentes que le seguían e infligió un desastre severo a Faraón y su pueblo. El Corán describe esta ayuda de Dios en los siguientes términos:

E inspiramos a Moisés: “¡Parte de noche con Mis siervos! ¡Seréis perseguidos!”. Faraón envió a las ciudades a agentes que convocaran (a gente para la guerra): “son una banda insignificante y, ciertamente, nos han irritado. Nosotros, en cambio, somos todo un ejército y estamos bien prevenidos”. Les expulsamos (a Faraón y a su gente) de sus jardines y fuentes, de sus tesoros y suntuosas residencias. Así fue, y se lo dimos en herencia a los Hijos de Israel. A la salida del sol (los egipcios) les persiguieron. (Corán, 26:52-60).

Como se revela en el Corán, las dos comunidades se encontraron a orillas del mar luego de esa persecución. Dios dividió las aguas para salvar al profeta Moisés (P) y a los creyentes que le acompañaban, a la vez que destruyó a Faraón y a su gente. Así se revela esta situación:

E inspiramos a Moisés: “¡Golpea el mar con tu vara!”. El mar, entonces, se partió y cada parte era como una imponente montaña. Hicimos que los otros (es decir, Faraón y sus soldados) se acercaran allá, y salvamos a Moisés y a todos los que con él estaban. Luego, anegamos a los otros. Ciertamente, hay en ello un signo, pero la mayoría no creen. ¡Sí, tu Señor es el Poderoso, el Misericordioso! (Corán, 26:63-68).

Lo que se relata sobre este tema ha sido descubierto recientemente en un papiro de la época de Faraón:

Del guardián del salón blanco del palacio y encargado de los libros Amenamoni, al escriba Penterhor:

Cuando esta carta te llegue y la hayas leído punto por punto, rinde tu corazón al dolor más agudo, como una hoja antes de la tormenta, al enterarte del horrible desastre del ahogamiento en el remolino…

La calamidad le golpeó repentinamente, de modo ineludible y retrató la destrucción de los señores, el señor de las tribus, el rey de oriente y occidente. La muerte en las aguas ha sido algo irremediable hecho por alguien grande. ¿Qué noticia puede compararse a la que te he enviado? 49

Que los eventos revelados en el Corán sean confirmados hoy día es, definidamente, un milagro importante. (Ver Pueblos Desaparecidos de Harun Yahya, Ta-Ha Publishers, Gran Bretaña, 2001 y Global Publishing, Estambul 2002; El Profeta Moisés (P), Millat Book Center, India, 2001).

Este milagro experimentado por el profeta Moisés (P) y los Hijos de Israel mientras cruzaban el Mar Rojo, ha sido tema de muchos estudios. Las investigaciones arqueológicas han establecido no solamente el camino tomado después de abandonar la ciudad, sino también que el lugar en donde se encontraron Faraón y el profeta Moisés (P) con su tribu estaba rodeado de montañas. (Y Dios sabe mejor).

Muchos estudios que toman ese dato como punto de partida, llegan a conclusiones sorprendentes respecto a cómo se dividió el mar en dos y están en completo acuerdo con lo expresado por el Corán, lo que es otra importante prueba del carácter milagroso del Libro del Islam.

Los matemáticos rusos Naum Volzinger y Alexei Androsov expusieron de qué modo el profeta Moisés (P) pudo partir el mar. A diferencia de los científicos que se concentraban en la probabilidad de un milagro así, investigaron las condiciones que habrían conducido a ello. Y esto a su vez condujo a la confirmación del milagro.

Según el estudio publicado en el Boletín de la Academia Rusa de Ciencias, en esa época había un arrecife cercano a la superficie del Mar Rojo. Entonces buscaron establecer la velocidad del viento y la fuerza que necesitaba la tormenta para que el arrecife quedase bien al descubierto y se escurriese la marea baja. Se estableció que un viento de 30 metros/segundo (98,5 pies/segundo) habría causado la retracción del mar, lo que dejó expuesto el arrecife, es decir, un camino afirmado o empedrado. Naum Volzinger, del Instituto de Oceanografía de la Academia Rusa de Ciencias, dijo que si el viento (del este) soplaba toda la noche a una velocidad de 30 metros/segundo, entonces el arrecife quedaría sin agua. Y agregó: a los judíos (que eran 600 mil) les tomaría cuatro horas cruzar los siete kilómetros de ese arrecife que se extendía de una costa a la otra... después de media hora volverían las aguas.50 Además, Volzinger agregó que junto con su colega Androsov estudiaron la cuestión estrictamente desde el punto de vista de Isaac Newton, quien había expresado:

Estoy convencido de que Dios gobierna la Tierra por medio de las leyes de la física.51

No hay que olvidarse de que siempre es posible que sucedan esos fenómenos naturales. Si Dios quiere, lo relatado puede suceder nuevamente de darse las condiciones requeridas, como ser velocidad del viento, duración, lugar, etc. De todos modos, el verdadero milagro es que eso sucediera justo cuando el profeta Moisés (P) y su comunidad iban a cruzar por allí y que las aguas retornaran cuando Faraón y su ejército quisieron hacer lo mismo. Está claro que Dios ayudó a los creyentes. En verdad, la manera en que el profeta Moisés (P) confió y se apoyó en Dios, es un ejemplo de los valores morales que son más de Su agrado.

Cuando los dos grupos se divisaron, dijeron los compañeros de Moisés: “¡Nos han alcanzado!”. Dijo (Moisés): “¡No! ¡Mi Señor está conmigo, El me dirigirá!”. (Corán, 26:61-62).

El Período De Las Calamidades Y La Necedad Del Faraón

Faraón y los cercanos a él eran tan devotos de sus creencias paganas y su sistema politeísta, que ni siquiera el mensaje del profeta Moisés (P) imbuido de sabiduría y milagros espectaculares pudo conmover sus corazones para que se apartaran de las supersticiones sin fundamentos. Abiertamente dijeron:

Dijeron: “Sea cual sea el signo que nos traigas para hechizarnos con él, no te creeremos”. (Corán, 7:132).

Debido a su conducta Dios les infligió severas calamidades como “signos claros y distinguibles” (cfr. Corán 7:133) para que probaran también el tormento en este mundo. La primera de esas plagas fue la sequía que provocó una considerable caída de la producción agrícola. Este es el versículo del Corán que relata ese hecho:

Y castigamos al pueblo de Faraón con años de sequía y escasez de frutos. Quizás así prestaran atención (Corán 7:130).

El sistema agrícola egipcio se apoyaba en el caudal del río Nilo y por ende no resultaba afectado por cambios en las condiciones naturales. No obstante, dado que Faraón y su círculo íntimo seguían con su actitud arrogante y soberbia hacia Dios, un desastre que les resultaba inesperado se abatió sobre ellos. Y pese a esto, en lugar de “prestar atención”, el pueblo impío consideró estos desastres como una desgracia que Moisés y los hijos de Israel habían atraído sobre ellos. Después de esto Dios les infligió una serie de calamidades que están descriptas en el Corán de esta forma:

Enviamos contra ellos la inundación, las langostas, los piojos, las ranas y la sangre, como signos claros y distinguibles, pero se mostraron soberbios, era un pueblo pecador (Corán 7:133).

Los detalles que aparecen en los papiros respecto a los desastres que golpearon al pueblo egipcio son exactamente como los describe el Libro, donde se nos habla de esas catástrofes.

El relato coránico de estas calamidades infligidas al pueblo de Faraón fue confirmado, en primer lugar, a principios del siglo XIX, por el descubrimiento de un papiro en Egipto datado en la época del Imperio Medio. El mismo fue llevado al Museo de Leiden en Holanda y traducido allí por A. H. Gardiner. Se refiere a desastres tales como hambre y sequías y a la huida de los esclavos. Además deja entender que el redactor del mismo, Ipuwer, había sido testigo de esos acontecimientos.

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A principios del siglo XIX se descubrió en Egipto un papiro del final del período del Imperio Medio. Se llevó al museo Leiden en Holanda donde, en el año 1909, lo tradujo A.H. Gardiner. La transcripción del texto se encuentra en el libro “Admonitions of an Egyptian from a Hieratic Papyrus in Leiden”. El papiro describe los cambios más importantes en Egipto; el hambre, la sequía, los esclavos escapando con las riquezas de los egipcios y las muertes por todo el territorio. El papiro lo escribió un egipcio llamado Ipuwer, que parece ser que fue testigo en primera persona de los desastres que ocurrieron en Egipto. (102) Este papiro es un texto escrito a mano que da cuenta de los desastres acaecidos en Egipto, la muerte de la élite del país y la muerte de Faraón.

La serie de plagas que cayeron sobre el pueblo de Egipto coinciden casi al detalle con los desastres descriptos en el Corán, tales como el hambre y la pestilencia.52 Estos castigos de Dios son mencionados así en dicho papiro:

La plaga se extiende por el país. La sangre se ve por doquier.53

Toda el agua del río se ha vuelto sangre.54

En verdad que ha perecido lo que ayer podía verse. La comarca ha quedado arrasada como cuando se siega el lino. 55

El Bajo Egipto llora... El palacio no recibe sus réditos. A él le pertenecen (por derecho) trigo y cebada, gansos y peces.56

Ciertamente el grano ha perecido en cada orilla.57

La tierra, en toda su extensión hay confusión y un alboroto terrible... Durante nueve días no hubo salida del palacio y nadie ha podido ver la cara de su compañero... Ciudades fueron destruidas por terribles mareas... El Alto Egipto ha sufrido la devastación... hay sangre por doquier... y pestilencia en todo el país... Nadie realmente navega hacia el norte a Biblos hoy. ¿Cómo haremos por el cedro para nuestras momias?... El oro está faltando…58

Los hombres se apartan estremecidos de tener que probar seres humanos, y hay sed pese al agua.59

¡Esa es nuestra agua! ¡Esa es nuestra felicidad! ¿Qué haremos sobre eso? Todo está en ruinas.60

Las ciudades están destruidas. El Alto Egipto se ha vuelto árido.61

La residencia está a punto de derrumbarse.62

La información concordante entre el Corán y el papiro respecto de los castigos sufridos por Faraón y su pueblo, de lo cual recién hemos sido informados en el siglo XX, revela una vez más que el Corán proviene de Dios.

Hallazgos Arqueológicos De La Ciudad De Iram

A comienzos de 1990 aparecieron titulares en importantes periódicos con frases como “Ha sido descubierta una legendaria ciudad árabe perdida”, “Se ha encontrado la ciudad árabe de la leyenda”, “Ubar, la Atlántida de las arenas”. Lo que ha vuelto más sorprendente este hallazgo arqueológico es el hecho de que esta ciudad estaba también citada en el Corán. Muchas personas que pensaban que el pueblo de ‘Ad mencionado en el Corán era una leyenda o que su localización jamás sería encontrada, no podían ocultar su asombro ante este descubrimiento. El hallazgo de esta ciudad, que sólo era recordada en las tradiciones orales de los beduinos, despertó gran interés y curiosidad.

Fue Nicholas Clapp, un arqueólogo aficionado, quien encontró esta legendaria ciudad a la que el Corán hace mención. Como amante de la civilización árabe y premiado director de documentales, Clapp se había topado con un libro muy interesante durante sus investigaciones de la historia de los árabes. Ese libro era “Arabia Felix” escrito por el investigador inglés Bertram Thomas en 1932. “Arabia feliz” era el nombre que los romanos le daban al extremo sur de la Península Arábiga que hoy incluye al Yemen y parte de Omán. Los griegos llamaron a esa área “Eudaimon Arabia”, en tanto que los eruditos árabes del medioevo la denominaron Al-Yaman as-Sa’eed.63

Todos esos nombres significan “Yemen Feliz” porque la gente que vivía en la región por lo general era intermediaria del lucrativo negocio de especies entre la India y zonas del norte de la península arábiga. Además, los habitantes de esa zona distribuían una resina aromática de ciertos árboles llamada “incienso”.

El investigador inglés Thomas describió extensamente a esas tribus y afirmó que encontró los rastros de una ciudad antigua fundada por una de ellas.64 Los beduinos, que la conocían por el nombre de “Ubar”, mostraron a Thomas huellas antiguas y dijeron que conducían a la misma. Aunque el inglés exhibió un gran interés en el asunto, murió antes de completar su investigación.

Clapp, que examinó lo que había escrito el investigador inglés, estaba convencido de la existencia de la ciudad perdida descripta en el libro. Sin perder tiempo comenzó su búsqueda.

Se valió de dos procedimientos para probar la existencia de Ubar. Primero ubicó las sendas mencionadas por los beduinos y recurrió a la NASA para obtener imágenes satelitales del área, cosa que logró después de una larga tarea de persuasión a sus autoridades.65

Clapp siguió con el estudio de manuscritos y mapas antiguos en la Biblioteca Huntington, de California. Después de una breve búsqueda encontró un mapa de la región trazado por el conocido geógrafo greco-egipcio Ptolomeo en el 200 d.C., en el que figuraba la ubicación de una antigua ciudad y los caminos que conducían a ella.

Entretanto recibió noticias de que la NASA había tomado las fotos solicitadas, donde se distinguían algunos senderos de caravanas difíciles de identificar a simple vista y sólo apreciables en su totalidad desde el cielo. Clapp llegó al resultado que anhelaba: comparando estas fotos con el viejo mapa que tenía en sus manos, los senderos se correspondían y confluían en un amplio solar donde se presumía que alguna vez hubo una ciudad.

Finalmente, gracias al trabajo iniciado por Thomas, seguido por Clapp y la ayuda de la NASA, se descubrió la ubicación de esa urbe legendaria que era tema de la tradición oral de los beduinos.

Poco después se dieron inicio a las excavaciones y empezaron a quedar expuestos los restos del poblado. Por eso se la describió como “Ubar, la Atlantis de las Arenas”.

Ahora bien, ¿qué fue lo que probó que se trataba del lugar habitado por el pueblo de ‘Ad, como lo expresa el Corán?

El Dr. Zarins, miembro del equipo de investigadores, dijo que la prueba más contundente fue suministrada por las estructuras peculiares o distintivas desenterradas, es decir las torres o pilares de Iram. El Corán menciona esto como sigue:

¿No has visto lo que hizo tu señor con (el pueblo de) ‘Ad, de la ciudad de Iram, la de las columnas, como no se creó otra igual en todo el país? (Corán 89:6-8).

Como vimos, la información provista por el Corán acerca de los sucesos de la antigüedad confirma la información producto de la investigación, lo cual es otra evidencia de que el Libro del Islam es la Palabra de Dios (Ver Pueblos Desaparecidos de Harun Yahya, Ta-Ha Publishers, Gran Bretaña, 2001 y Global Publishing, Estambul, 2002).

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Las fotografías de los satélites muestran un corte transversal desde Jordania que se localiza al norte de la Península Arábiga. En las fotografías de la ciudad de Ubar se identificaron huellas de antiguas carreteras en el desierto, según observó un satélite de la NASA en el año 1992. El pueblo de Ad, descrito en el Corán hace 1.400 años, se reveló como uno de los milagros del Corán a través de la tecnología moderna.

El Pueblo De Saba Y La Inundación Del Arim

Hace muchos siglos la comunidad de Saba fue una de las mayores civilizaciones que poblaron el sur de Arabia. Las fuentes históricas suelen referir que, como la de los fenicios, era una cultura principalmente dedicada al comercio. De cualquier manera siempre se los ha considerado en los anales históricos como uno de los pueblos más civilizados y avanzados de su época. En las inscripciones de los gobernantes de Saba hay frecuentes referencias a términos tales como “restauración”, “construcción”, etc. La Represa de Ma’rib, uno de los más importantes monumentos de este pueblo, indica a las claras el nivel tecnológico que alcanzaron. El estado de Saba tenía uno de los ejércitos más poderosos de la región, y ello le permitió adoptar una política expansionista. Con su avanzada cultura, su nivel tecnológico y su poderoso ejército, el estado sabeo era una de las “superpotencias” de la península en esos tiempos.

Este poderoso ejército de los sabeos está también descrito en el Corán. Una expresión de los comandantes del ejército de Saba, referido allí, muestra la confianza que esa fuerza armada tenía en sí misma. Los comandantes le manifestaron a su reina:

Dijeron: “Poseemos la fuerza y una poderosa ofensiva, pero tú tienes el comando. ¡Mira pues qué vas a ordenar!” (Corán, 27:33).

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Ruinas del templo de Marib.

La presa de Marib, cuyas ruinas se ven en las fotografías de arriba y del dorso, fue una de las principales obras del estado de los sabeos. Esta presa se derrumbó durante la inundación de Arim, mencionada en el Corán, a lo que siguió la debilidad económica del reino de Saba y su posterior caída.

El pueblo de Saba poseía una enorme capacidad de irrigación porque la represa de Ma’rib había sido construida con la ayuda de una tecnología realmente avanzada para esa época. La fertilidad que consiguieron gracias a ello y su control de la ruta comercial, les permitieron un espectacular estilo de vida y un bienestar pleno. Pero en vez de agradecer todo eso a Dios “se alejaron de El”, como nos informa el Corán. Por otra parte, no prestaron atención a las advertencias y recordatorios que se les hizo. Debido a sus pobres valores morales, Dios decidió, evidentemente, que merecían un castigo e hizo que colapsaran sus represas y la inundación del Arim arruinara todas sus tierras.

La capital del estado sabeo era Ma’rib, una ciudad muy rica gracias a su privilegiada ubicación geográfica. Estaba cerca del río Adhanah. El punto en que el río alcanzaba Jabal Balaq era el más adecuado para construir un dique. Aprovechando esto los sabeos construyeron una represa en ese lugar en la época en que recién despuntaba su civilización, la que les facilitó emprender tareas de irrigación artificial. Alcanzaron así una prosperidad increíble y su capital Ma’rib fue una de las ciudades más desarrolladas de la época. El escritor romano Plinio, que visitó la región y la ensalza grandemente, menciona también el notable verdor de la comarca.66

La presa de Ma’rib tenía 16 metros de altura (52,5 pies), 60 metros de ancho (197 pies) y 620 metros de longitud (2.034 pies). Según los cálculos, el área total que podía ser irrigada llegaba a las 9.600 hectáreas (37 millas cuadradas), de las cuales 5.300 (20,5 millas cuadradas) pertenecían a la llamada área meridional y el resto a la septentrional. Estas dos llanuras se mencionan en las inscripciones sabeas como “Ma’rib y las dos planicies”.67 La expresión del Corán, “dos jardines, uno a la derecha y otro a la izquierda” (cfr. Corán 34:15), hace referencia a los imponentes vergeles y viñedos en ambos valles. Gracias a esa represa y sus sistemas de irrigación la región se hizo famosa como la mejor regada y más fecunda del Yemen. El francés J. Holevy y el austríaco Glaser probaron, a partir de documentos escritos, que la represa de Ma’rib existía desde tiempos antiguos. Documentos redactados en el dialecto himer consignan que esa represa, que hizo muy productivo el territorio, marcaba el pulso de la economía.

La represa que colapsó en el año 542 aC. condujo a la inundación del Arim y a enormes daños. Los viñedos, huertas y campos cultivados fueron completamente destruidos.

Parece que esa gente entró, después de esa catástrofe, en un período de rápida contracción hasta que el estado de Saba desapareció.

Cuando examinamos el Corán a la luz de los datos históricos que acabamos de suministrar observamos que existe allí una sustancial coincidencia. Tanto los hallazgos arqueológicos como los datos históricos verifican lo relatado en el Corán. Tal como se menciona en los versículos ese pueblo, que no escuchaba las exhortaciones de sus profetas y rechazaba la fe con ingratitud, fue finalmente castigado con una mortal inundación. Esta es descripta en el Corán en los siguientes pasajes:

Los de Saba tenían ya un signo en su territorio: dos jardines, uno a la derecha y otro a la izquierda. “¡Comed del sustento de vuestro Señor, y agradecedle! Tenéis un buen país y un Señor indulgente”. Pero se desviaron y enviamos contra ellos la inundación del dique [sayl al-’arim]. Y les cambiamos aquellos dos jardines por otros dos que producían frutos amargos, tamariscos y unos pocos azufaifos. Así les retribuimos por su ingratitud. No castigamos sino a los desagradecidos (Corán 34:15-17).

El castigo enviado a los sabeos se denomina en el Corán sayl al-’arim que significa “la inundación de ‘arim”, y nos informa también de la forma en que se produjo ese desastre. La palabra ‘arim significa dique o barrera. La expresión sayl al-’arim designa entonces una inundación que se produce por el colapso de esa barrera o represa. Los comentadores islámicos resolvieron lo relativo a la época y el lugar guiados por los términos utilizados en el Corán acerca de la inundación del Arim. Por ejemplo, Mawdudi escribe en su comentario:

Tal como se utiliza en la expresión sayl al-’arim, la palabra ‘arim se deriva de áriman que era utilizada en el dialecto del Sur de Arabia y que significa ‘dique’, ‘barrera’. En las ruinas desenterradas mediante las excavaciones realizadas en el Yemen se encontraron inscripciones en las cuales esta palabra se utilizaba a menudo con este significado. Por ejemplo en las inscripciones ordenadas por Ebrehe (Abraha), el monarca etíope del Yemen, después de la restauración de la gran muralla de Ma’rib en los años 542 y 543 d.C., la palabra es usada con el sentido de una barrera (dam) en el tiempo... Por lo tanto, la expresión sayl al-’arim significa ‘una inundación producida por la destrucción de una represa o dique’. Y les cambiamos aquellos dos jardines por otros dos que producían frutos amargos, tamariscos y unos pocos azufaifos (Corán 34:16). Es decir, después del colapso del dique, todo el país se inundó. Los canales que habían sido cavados por los sabeos y las murallas que habían sido construidas como diques entre las montañas resultaron destruidos y el sistema de irrigación colapsó. Como consecuencia de ello toda la comarca, que antes era un vergel fecundo, se convirtió en una jungla, no quedando más frutos que los que producen algunos arbustos.68

El arqueólogo cristiano Werner Keller, autor del libro “La Biblia Tenía Razón” (Und Die Bible Hat Doch Recht), acepta que la inundación del Arim se produjo según la descripción del Libro del Islam y escribe que su existencia y la destrucción de todo el país por su colapso prueba que lo que dice el Corán acerca del pueblo de los jardines en verdad tuvo lugar.69

Después del desastre mencionado la región comenzó a convertirse en un desierto y el pueblo de Saba perdió su principal fuente de ingresos con la desaparición de sus tierras agrícolas. Recibieron así, finalmente, un terrible castigo, por no ser agradecidos con Dios. (Ver Pueblos Desaparecidos de Harun Yahya, Ta-Ha Publishers, Gran Bretaña, 2001 y Global Publishing, Estambul, 2002).

Antes de vosotros han ocurrido casos ejemplares.
¡Id por la tierra y mirad cómo terminaron los desmentidores!
(Corán, 3:137)

Hallazgos Arqueológicos Del Pueblo De Tamud

De los pueblos antiguos mencionados en el Corán el de Tamud es aquel del cual poseemos mayor información actualmente. Los registros históricos dan cuenta de la existencia de lo que se denomina pueblo de los tamudeos.

Se piensa que la comunidad de Al-Hiyr (ashâb al-hiyr) mencionada en el Corán pertenece al mismo y fue una de las ciudades que fundaron. Las descripciones del geógrafo romano Plinio coinciden con esto pues él indica que Domatha y Hegra eran las localidades donde residían los tamudeos, y esta última sería la actual ciudad de Hiyr.70

Las fuentes más antiguas referidas a Tamud son los anales sobre las victorias del rey de Babilonia, Sargón II (siglo VIII a.C.), quien lo derrotó en una campaña en el Norte de Arabia.

Los pueblos de ‘Ad y Tamud son citados juntos en el Corán y a los tamudeos se aconseja sacar una lección de la destrucción de los aditas. Esto muestra que la comunidad de Tamud tenía información detallada sobre la de ‘Ad.

Hoy día, uno puede ver las muestras más exquisitas del trabajo en la piedra de esta gente en la antigua ciudad de Petra, al sudoeste de Jordania. El Corán se refiere a esa habilidad manual así:

Y recordad cuando os hizo sucesores después del pueblo de ‘Ad y os estableció en la tierra. Edificasteis palacios en las llanuras y excavasteis casas en las montañas. Recordad pues los beneficios (que habéis recibido) de Dios, y absteneos del mal y la corrupción en la tierra (Corán 7:74).

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Las famosas ruinas de Petra en Jordania.

Footnotes

47. http://anatomy.med.unsw.edu.au/cbl/embryo/Notes/git4.htm

48. http://virtual.yosemite.cc.ca.us/uyeshiros/AP50/Repro.htm

49. Dr Mazhar U.Kazi, 130 Evident Miracels in the Quran, Crescent Publishing House, New York, USA, 1998, s.84

50. Williams P., Basic Human Embriology, wydanie trzecie, 1984, s.64

51. Dr Mazhar U.Kazi, 130 Evident Miracels in the Quran, Crescent Publishing House, New York, USA, 1998, s.96

52. Dr Mazhar U.Kazi, 130 Evident Miracels in the Quran, Crescent Publishing House, New York, USA, 1998, s.78-79

53. http://www.uuhsc.utah.edu/healthinfo/pediatric/Hrnewborn/bhrnb.htm/p>

54. http://www.uuhsc.utah.edu/healthinfo/pediatric/Hrnewborn/bhrnb.htm

55. http://www.icr.org/pubs/imp-259.htm;Rex D. Russel, Design in Infant Nutrition

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Descargas
  • Introducción
  • Primera Parte: Milagros Cientificos Del Coran (1/2)
  • Primera Parte: Milagros Cientificos Del Coran (2/2)
  • Segunda Parte: Información Sobre El Futuro En El Corán
  • Tercera Parte: Milagros Históricos Del Corán
  • Conclusión